¿Qué hacer ante un déficit de atención e hiperactividad?

El TDAH, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, está cada vez más presente dentro del ámbito educativo. En este artículo, vamos a abordar la repercusión que el TDAH tiene a nivel social, familiar y en la salud emocional y metal de las niñas/os.
Seguramente si estás leyendo esto, es porque conoces a alguien cercano que en algún momento ha hecho referencia a este trastorno o bien porque lo vives en tu propia familia.

¿Pero realmente cuánto sabemos sobre el TDAH?

Los datos dicen que afecta a entre un 5-10 % de la población, que tiene una alta probabilidad genética en un 75%, y un carácter crónico.
Esta información derriba la idea de que es algo transitorio, que afecta solo durante la edad escolar, y que es algo puntual, puesto que de media hay 2 niños por aula que lo padece.
Los estudios reflejan que este trastorno modifica sus síntomas a partir de la adolescencia y puede derivar en otro tipo de desórdenes. Muchos comportamientos propios de la edad adulta como cambios repentinos de trabajos, consumo de alcohol y otras sustancias, inestabilidad en las relaciones afectivas, entre otros, derivan de un TDAH.
Por eso es tan importante detectar y resolver esta afección durante la infancia y la preadolescencia que es cuando comienzan los primeros síntomas.
Antes de profundizar en las características, considero necesario hacer una distinción que muchas veces se pasa por alto. El TDAH tiene tres características fundamentales: la falta de atención, la impulsividad y la hiperactividad. Habitualmente suele destacar la hiperactividad, la incapacidad por quedarse quieto, correr o saltar sin parar o hablar en exceso y no respetar los turnos de palabra. Todos estos son síntomas, nos llevan a pensar en la hiperactividad y la impulsividad, puede que un niño o niña simplemente sea así o que detrás haya un caso de TDA.

¿Cómo detectarlo?
Aproximadamente entre los 6-7 años el colegio suele dar una señal de alarma sobre ciertas dificultades para poder concentrarse, interrupciones en el aula o el excesivo movimiento del alumno, otras veces comienza más tarde, pero suele ser el común denominador. Algunos padres ante esta situación consideran que es falta de motivación al estudio o simplemente un niño inquieto. Ante la insistencia del colegio y los problemas académicos de los niños siempre es recomendable valorar en profundidad que está ocurriendo para poder descartar este trastorno, ya que no solo trae consecuencias en el área educativa, también afecta a la vida social. Sus compañeros comienzan a aislarlo porque suele tener la etiqueta del niño revoltoso de la clase y puede transformase en el peor de los casos en motivo de burla por desconocimiento de sus compañeros. Así da comienzo a una sensación de inadecuación que afecta directamente a la autoestima y a su integración en su grupo de referencia.

¿Qué ocurre en el cerebro?
Para comprender aún mejor este trastorno es de vital importancia comprender cómo se desarrolla el cerebro, y de aquí la denominación de que es un trastorno neurobiológico. La zona frontal que es la última en desarrollarse, en este tipo de casos suele ser más pequeña y tener menores dimensiones que un cerebro normal.

¿Qué consecuencias tiene?
Realmente este retraso en la maduración del córtex prefrontal, y según el modelo de Barkley, hay un déficit en lo que llamamos las funciones ejecutivas. Estas son un conjunto de funciones superiores que implican la atención, y dentro de ella encontramos detectar información, clasificarla, y recordarla. Otras funciones ejecutivas son la organización, planificación, priorización, concentración y establecimiento de objetivos.
Esto se suma a una incapacidad para controlar e inhibir respuestas automáticas, ya que esta zona del cerebro es la encargada de regular los impulsos que provienen de nuestro cerebro límbico, comúnmente llamado cerebro emocional. Como resultado aparece la falta de control sobre las respuestas emocionales, la clasificación de emociones y en consecuencia su regulación en situaciones cotidianas.
Otra afección que se manifiesta es la memoria operativa o memoria a corto plazo, que es aquella que nos permite almacenar información por un periodo breve de tiempo para luego poder utilizarla en alguna operación. Por lo tanto, si esta memoria está afectada, la dificultad de recordar, memorizar es mucho más complicada. Esto ya nos da una idea de los obstáculos que encuentran los niños y niñas con TDAH para almacenar información y nuevos conocimientos.

Repercusiones en la vida social, emocional y familar.
Como comentaba anteriormente, la dificultad para adquirir autocontrol y autogestión son elementos necesarios para llevar una vida social adecuada. Cuando esto comienzan a fallar, todo el entorno se deteriora, por ejemplo, si un niño con TDAH tiene la etiqueta dentro de su clase como el más travieso, el que no estudia y el conflictivo (porque no puede regular sus conductas), conlleva a que sus compañeros comiencen a dejarlo de lado para evitar los castigos derivados de estos comportamientos y verse implicados. Se marca cierto aislamiento en el grupo, y aún más si el niño está medicado porque ha comenzado un tratamiento. Ya no solo cuenta a sus espaldas con el fracaso escolar que padece, sino que se le suma su desconexión con sus compañeros.
Dentro de la familia también se observan consecuencias. Son niños que requieren mucha atención a la hora de realizar sus tareas diarias escolares, con lo cual los padres muchas veces por su agotamiento les es complejo tener la paciencia necesaria que requieren. Con esto quiero reforzar la reflexión de que no son niños vagos como se puede creer inicialmente, sino que son niños que padecen de un trastorno que le impide desarrollar una vida normal.

¿Entonces qué podemos hacer?
Si tenemos alguna duda es mejor consultar con un profesional y si existen sospechas provenientes del ámbito escolar, conviene asistir a un centro sanitario para valorar este tipo de trastorno o cualquier otro. Es verdad que en la actualidad no existe una señal única para determinar el TDAH, debe hacerlo un profesional sanitario y necesitaremos no solo la historia del niño, sino también una serie de pruebas estandarizadas acordes a la edad, que están estipuladas para poder llegar a un diagnóstico claro y certero. Esto es fundamental porque a medida que van pasando los años, pueden aparecer otros trastornos a consecuencia de TDAH, sobre todo cuando llegamos a la edad preadolescente, donde ya la motivación está muy desgastada y tiene como consecuencia el abandono académico.

Ante todo, recomendamos una actitud abierta. Este artículo está destinado dar visibilidad a algo que actualmente si bien cada vez hay una mayor concienciación en las aulas, aún le queda un largo recorrido para integrarlo tanto a nivel educativo como legislativo.

 

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3 comentarios

  1. Hola Cristian,

    Como madre de un niño con este trastorno, me gustaría añadir que puede ayudar conocer a personas que estén pasando por la misma situación, para darte cuenta que tiene solución y que no estás sol@.

    Cuando tienes el diagnóstico es importante informarte y formarte para poder acompañar a tu hijo y poder superar todas las dificultades que se le presentan. Son niños con cualidades espectaculares de las que pocos se dan cuenta y mucho menos se fomentan.

    Acudir a asociaciones y a buenos profesionales que te apoyen es importante, pueden servirte de guía en los malos momentos y dar el soporte que necesita ese niñ@ para que crezca feliz.

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